viernes, 25 de octubre de 2013

LA CANTATA DEL CAFE, Johann Sebastian Bach. ¿ Un café con leche o cortado ?

 
 
Esta especie de oratorio, con texto de Picander, se estrenó en el Collegium Musicum de Leipzig hacia 1734. La partitura emplea tres cantantes, flauta, cuerdas y continuo. El divertido texto -- acaso el mejor que escribiera el modesto poeta -- está compuesto como un oratorio cómico. Un tenor, en el estilo del evangelista de las Pasiones, explica la historia al comienzo y, de nuevo, al final. Como en la cantata "Febo y Pan", en esta obra vemos dos generaciones que se enfrentan; pero en esta ocasión vencen los jóvenes. El origen del texto es una sátira del propio Picander publicada en 1727, que narra cómo, al prohibir el rey de Francia el consumo del café, los habitantes de París morían en casa como diezmados por terrible epidemia.
 
El libreto nos introduce en el mundo burgués de Leipzig. "La cantata -dice Werner Neumann- es una deliciosa sátira del vicio del café, entonces de moda entre los burgueses de la ciudad; desde finales del siglo XVII se había extendido en la ciudad de las ferias, en donde muchas "casas de café", de reputación variable, le habían abierto sus puertas. En un establecimiento muy conocido, el Café Zimmermann de la Calle Catalina, Bach ofreció durante diez años sus conciertos públicos a la cabeza del Collegum Musicum universitario; estas audiciones eran al aire libre únicamente durante los meses de verano, en el Jardín Zimmermann de la Puerta de Grimme, los miércoles entre las cuatro y las seis de la tarde. Es fácil imaginar que la cantata nació en este medio.
 
La frívola historia de Lieschen, niña caprichosa apasionada por el café, que no se deja intimidar por su padre regañón, y que sólo ofrece renunciar a su vicio ante la promesa de un esposo, debió provocar comprensivas sonrisas, no sólo en el Café Zimermann sino en la casa misma del cantor. Bach dibujó el cuadro plástico de dos personajes de caracteres opuestos con mucho humor y arte consumado de la pintura musical. Argumentos y réplicas se entrelazan en un diálogo divertido en el que se combinan diestramente las dos arias líricas de la doncella maliciosa y las dos malhumoradas del padre severo.
 
 
  En un apéndice agregado al texto de Picander, el éxito de la astucia del padre es rebatido por la astucia de Lieschen; y la obra termina con una conclusión conciliadora y un trío divertido con estribillo. Este apéndice es atribuido al mismo Bach quien, por razones de equilibrio musical, hubo de ampliar la breve parte del narrador. Con justicia se cuenta esta cantata entre las obras más logradas de Bach en el campo de la música profana. Aunque es fácil imaginar su representación escénica, no es indispensable para su éxito artístico". (Julio Sánchez Reyes)
 
 
 

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